La historia de los gatos

La historia de los gatos se entrecruza con la historia y la evolución de la humanidad, ya que nuestros caminos se han cruzado, por primera vez, hace más de 9.000 años.

Y a lo largo de los siglos, nuestra forma de relacionarnos con ellos ha cambiado muchas veces, yendo desde la adoración hasta una masiva persecución por las creencias de cada época y cultura. Veamos los orígenes del gato y su relación con el hombre en el mundo antiguo, desde el inicio de los tiempos.

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Orígenes y evolución del gato

En la actualidad, sabemos que el gato doméstico (Felis catus o Felis silvestris domesticus) comparte un gran ancestral con los felinos salvajes que habría habitado nuestro planeta durante el periodo Cretácico superior, hace unos 60 millones de años. Estamos hablando de Miacis, el más antiguo grupo conocido de carnívoros primitivos, a partir del cual habrían evolucionado todos los felinos y los demás mamíferos carnívoros modernos.

No obstante, la raíz genética y morfológica específica de los felinos modernos habría empezado hace 10 millones de años, y los primeros pequeños felinos del género Felis (gatos salvajes) habrían aparecido hace unos 5 millones de años en el continente asiático.

Y si bien los orígenes del gato doméstico siguen generando controversias, las evidencias permiten suponer que desciende del gato silvestre africano (Felis silvestris lybica), y que sus linajes se habrían separado hace unos 130.000 años.

La historia de los gatos en el mundo antiguo

Cuando hablamos de la historia de los gatos en la Antigüedad, es difícil no pensar inmediatamente en la civilización egipcia que los veneraba como encarnaciones de sus divinidades. Y, de hecho, la mayoría de los vestigios fósiles conocidos en la actualidad, apuntan a que la domesticación del gato efectivamente habría empezado en el Antiguo Egipto, probablemente en el año 2.000 a.C.

No obstante, en 2004 se han encontrado en Chipre los restos de un gato que habría sido enterrado junto a su propietario entre los años 7.500 y 7.000 a.C. Además, en 2017, una investigación apoyada por la Universidad de Leuven (Bélgica), ha dado a conocer nuevos vestigios fósiles con hasta 10.000 años de antigüedad que se habían encontrado en el Oriente Próximo.

Este hallazgo ha dado origen a una nueva hipótesis de que los gatos salvajes africanos habrían empezado a acercarse a las aldeas campesinas mucho tiempo antes de lo que se solía creer y, probablemente, debido a la proliferación de ratones en las cosechas almacenadas.

Ello podría haber dado inicio a una relación de beneficio mutuo, donde los gatos ayudaban a los humanos con el control de las plagas, y en cambio tenían siempre una abundante disponibilidad de alimentos. Lo que nos lleva a preguntar si la domesticación del gato podría haber empezado mucho antes del apogeo de la civilización egipcia.

gato en ruinas egipcias

Los gatos en el Antiguo Egipto

Estas recientes descubiertas también despiertan un cuestionamiento clave sobre la historia del gato en el Antiguo Egipto. ¿Los gatos domesticados que convivían con los egipcios en el mundo antiguo, habrían llegado hasta allí acompañando los agricultores del Oriente Próximo, quienes mantenían hábitos migratorios? ¿O bien habría ocurrido en Egipto un segundo proceso de domesticación de los gatos salvajes africanos que vivían en los alrededores de los centros poblados?

Igualmente, se reconoce que los egipcios han sido pioneros en la adopción y la tenencia responsable de gatos. Es decir, han sido los primeros a percibir, cuidar y educar gatos como animales de compañía, lo que va más allá de establecer una eventual convivencia por conveniencia.

Los gatos en el Antiguo Egipto eran valorados no solo por sus habilidades de caza, sino también por su naturaleza independiente y noble que no les impedía demostrar su sensibilidad y su afecto hacia los suyos. Además, hay que resaltar que los antiguos egipcios demostraban un gran respeto e interés por los animales en general.

¿Por qué los antiguos egipcios adoraban a los gatos?

La reconocida adoración de los gatos en el Antiguo Egipto está relacionada con el culto a la diosa Bastet. Conocida también como “la estrella Sirio», esta divinidad era un símbolo de protección, belleza y fertilidad para los antiguos egipcios y su culto era especialmente popular en la ciudad de Bubastis («Casa de Bastet»), donde se ha descubierto un gran número de gatos momificados.

Se estima que ello se debe a que, en esta localidad, los gatos solían considerarse como encarnaciones de la mismísima diosa Bastet. Y por esta razón se habrían ganado el honor al ritual de momificación al que solo tenían acceso los faraones y miembros de la nobleza.

No obstante, se han encontrado representaciones de la diosa Bastet con elementos de la morfología felina en diferentes localidades del Antiguo Egipto. De hecho, era común que fuera retractada como una gata negra o una mujer con cabeza de gato.

Incluso hay una leyenda que cuenta que el rey Cambises II de Persia, cuando intentaba conquistar la región de Pelusio en el Bajo Egipto, habría ordenado atar gatos a los escudos de sus soldados, para hacer que los egipcios, ya fuera por respeto o miedo, no pudieran contraatacar y dejaran el camino libre para la invasión persa.

Los gatos en la Antigua Grecia

Hablando de leyendas, en la Antigua Grecia se contaba que los helenos, estando muy interesados en introducir gatos en su país, habrían tenido que robar algunos ejemplares, debido a que los egipcios se negaban a comercializarlos por su valor simbólico y cultural. De esta forma habrían migrado los primeros gatos domésticos desde el Antiguo Egipto a la Antigua Grecia, pero esta hipótesis no tiene ningún respaldo científico.

Lo que las evidencias científicas sí demuestran es que los gatos en la Antigua Grecia no han despertado el mismo interés ni cumplido las mismas funciones que en el Antiguo Egipcio. Ello porque se han utilizado principalmente en el control de roedores y como una «moneda de trueque» con otras civilizaciones (mayormente romanos, celtas y franceses).

Y a medida que el comercio se intensificaba, las poblaciones de gatos han empezado a multiplicarse en diferentes regiones de la Antigua Europa, en especial por los países del Mediterráneo.

Sin embargo, como en estas culturas la crianza del perro como animal de compañía y de guardia ya se encontraba ampliamente difundida, se produce una ruptura en el vínculo afectivo del ser humano con el gato, un fenómeno que solo empezaría a revertirse después del fin de la Edad Media y principalmente con el movimiento romántico en el siglo XIX.

Gato junto a ruinas griegas

Los gatos en el Antiguo Japón

Saliendo del eje occidental, a los gatos se les atribuía una gran responsabilidad en el Antiguo Japón, pues eran los encargados de proteger las escrituras budistas que se transportaban en barcos desde China hasta el territorio japonés.

Esta práctica que, probablemente, ha empezado por una necesidad práctica de alejar los roedores de los escritos sagrados del Budismo y se ha aprovechado del gran instinto cazador de los felinos, termino concediendo a los gatos un importante valor simbólico en la cultura del Antiguo Japón como guardianes y protectores.

De hecho, en el siglo VI, los gatos eran protagonistas de numerosos cuentos populares japoneses. Una leyenda particularmente famosa en el Antiguo Japón cuenta que una piedra con forma de gato que se situaba a lo largo de las más de 50 estaciones en Tokaido, representa a una mujer que había sido asesinada de forma cruel. Y por las noches, estas piedras cobraban vida como una especie de “dama-gato” que solía enfrentarse a los guerreros que viajaban por aquella región.

El gato en la mitología de la Antigua India

La figura del gato ha tenido una importante simbología en la India de los siglos V y IV a.C. En el famoso poema épico “Mahābhārata”, un felino llamado Lomasa que se escapa de la muerte junto al ratón Palita, con el que también filosofa sobre la naturaleza de las relaciones y la energía.

A su vez, la epopeya hinduista “El Ramayana cuenta que Indra, el dios héroe de la guerra, había tomado la forma de un felino para engañar y escapar del esposo de una bella doncella (Ahalya) a la que había seducido.

Además, se dice que el famoso cuento “El gato con botas”, atribuido al escritor francés Charles Perrault, está inspirado en una historia popular india del siglo V a.C. llamada “Panchatantra.

También es importante resaltar que la divinidad hinduista conocida como Shashthi o Shashti, que tiene una simbología similar a la de Bastet en el Antiguo Egipto, siendo un símbolo de protección principalmente para los niños, suele ser retractada en la compañía de gatos o felinos de pequeño tamaño.

gato persa
gato persa

Los gatos en Persia y el gato persa

Imposible terminar este artículo sobre la historia del gato en el mundo antiguo sin hablar de Persia y el más que famoso gato persa, al que la mitología de Persia atribuye un origen mágico. Según una famosa leyenda, el héroe guerrero Rustum había salvado a un mago del ataque de unos ladrones y, cuando se pusieron a conversar cerca del fuego y bajo las estrellas, el mago le había preguntado qué desearía como recompensa por haberlo ayudado.

Y cuando Rustum le contesta que no deseaba nada, ya que tenía todo lo que podría querer allí mismo, con la belleza del cielo estrellado y el calor del fuego, el mago mezcla un puñado de humo con una llama y dos estrellas que había bajado desde cielo, para dar origen a un precioso gato con ojos tan brillantes como las mismísimas estrellas, de color gris como el humo y una lengua muy pequeña que se asemejaba a la punta de una llama. Así habría nacido el primer gato persa, como una muestra de agradecimiento por el heroico acto de Rustum.

Además, Mahoma es retractado como un amante de los gatos y hay una leyenda que cuenta que, cierto día, el profeta ha encontrado su gato preferido (Meuzza) durmiendo sobre su brazo justo cuando había sido llamado a la oración. Y en lugar de despertar a su minino, Mahoma ha preferido cortar la manga de su túnica.

Otra historia cuenta que la famosa “M” en la frente del gato atigrado ha “surgido” por primera vez mientras el profeta Mahoma bendecía a su gato Meuzza, apoyándole la mano en su frente.

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