El gato Persa

Características, temperamento y cuidados

Pocos pueden resistirse a la dulce mirada de un gato persa, y es que esta raza figura desde que la TICA la reconociera en 1994 como una de las más queridas. Además, es una de las más antiguas y se ha visto involucrada en varias polémicas, precisamente, por su popularidad, que ha motivado que su cría quede desvirtuada en ciertos periodos.

De las características, físicas y de carácter, de los cuidados requeridos y de las enfermedades más reseñables, así como de algunas curiosidades en torno a los persas, vamos a hablarte en las próximas líneas. ¿Nos acompañas?

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¿Cómo es el temperamento del Persa?

Los gatos persas destacan por ser algo caprichosos, pero siempre cariñosos y amistosos con los suyos. No son muy activos, más bien todo lo contrario, pero disfrutan de la compañía y de las caricias de su familia. Prefieren la vida de interior y les gusta el silencio, ya que el instinto de caza apenas está desarrollado en ellos.

Por tanto, los gatos persa son adecuados para las familias con niños pequeños, siempre que estén educados y respeten los ritmos del gato, y para las personas que viven solas. No son muy amigos de las visitas de extraños, pero suelen congeniar con otras mascotas. Son muy tranquilos y pacíficos, por lo que la convivencia con ellos resulta muy sencilla.

¿Cómo es un auténtico gato Persa?

Aunque se trata de mininos de tamaño mediano, su complexión es robusta, ya que sus huesos son anchos y su cuerpo parece dibujar un cuadrado. Sus patas cortas y su largo pelo contribuyen a dotarlo de un tamaño más grande del que realmente tiene. Los gatos persa miden 30 cm de alto y rondan los 4-7 kg de peso, siendo ellos ligeramente más grandes que ellas.

Los mechones entre los dedos de las patas y en las orejas son bien recibidos por los puristas al valorar los estándares de esta raza. Sus orejas son pequeñas y redondeadas, sus ojos, en cambio, almendrados y de colores muy expresivos. Su cola es mediana y muy poblada. Sin embargo, lo más característico de la cara del persa es su nariz.

Así, podemos toparnos con ejemplares doll-face, esto es, de perfil redondeado o con peke-face, en alusión al pekinés, con un perfil completamente chato. En cualquier caso, el pelo del gato persa es largo y muy suave al tacto. Consta de una subcapa interna lanosa. Al ser fino, tiende a enredarse con facilidad. Se admiten todos los colores y patrones posibles.

En el caso del persa himalayo, la cara y las patas suelen lucir un color (azul, rojo, gris, chocolate o lila) y el resto del cuerpo otro, que puede variar entre el blanco y el beige. El patrón tricolor tortie (con manchas rojizas en la espalda evocando al caparazón de una tortuga) son los más difíciles de encontrar.

Cómo cuidar a un gato Persa

Por su morfología y características físicas, el gato persa reclama ciertos cuidados que no deben pasarse por alto. Debido al acortamiento del conducto naso lacrimal, el continuo lagrimeo (epífora) queda retenido bajo los ojos, formando manchas oscuras que de no ser retiradas a diario pueden llegar a causar infecciones en los ojos cómo la conjuntivitis.

El gato persa tiene el paladar blando. Esto significa que come, principalmente, con la lengua, de modo que la comida húmeda resulta preferible al pienso en estos gatos. De este modo, su digestión será más liviana, se sentirá saciado antes y nos aseguramos de ofrecerle la cantidad de agua que necesita para mantenerse saludable.

Los ácidos grasos omega-3 y 6 también son recomendables para cuidar de su piel y de su pelo, que debe ser cepillado con asiduidad. No menos de 4 veces por semana, y a diario durante los meses de muda. La hierba gatera (catnip) y la malta para gatos les ayudan a expulsar, de forma natural, las bolas de pelo muerto ingeridas durante el acicalamiento.

Como decimos, los gatos persa son algo perezosos y siempre prefieren permanecer tumbados cerca de su tutor o en su refugio en las alturas en lugar de jugando y moviéndose. Por ello, con el fin de prevenir la obesidad, y sus secuelas (diabetes, miocardiopatías), conviene estimularlos a jugar, por ejemplo, empleando cañas o juguetes con pelotas o plumas suspendidas.

¿Cómo es la salud de un gato Persa?

Se ha observado que los machos de más de 8 años de edad de gato persa, presentan cierta predisposición a padecer miocardiopatía hipertrófica. El 38% de los persas portan en su sangre la enfermedad renal poliquística. Sus síntomas hacen acto de presencia a los 7 años de edad y su pronóstico, por lo general, no es muy halagüeño.

Debido al acortamiento del conducto naso lacrimal, del que ya te hablamos más arriba, no conviene someterlos a esfuerzos, menos aún si hace calor, ya que son proclives a sufrir el síndrome braquicéfalo que les dificulta, y mucho, respirar, y que los predispone a desarrollar enfermedades de tipo cardíaco.

Aunque se trate de una afección menos usual, si permanecen en ambientes cálidos y húmedos pueden verse aquejados de neumonía o de herpes felino que cursan con jadeos, tos, estornudos o silbidos al respirar. De no ser tratados pueden degenerar en cáncer o en patologías cardíacas. Pese a esto, los persas alcanzan, y superan, los 15 años de vida.

Historia de la raza Persa

Hasta no hace mucho se creía que esta raza provenía de los gatos de Persia, la actual Irán, ya que fueron introducidos en Europa desde allí en el siglo XVII. Sin embargo, recientes estudios genéticos de su genoma apuntan a los gatos domésticos de pelo largo de Rusia como los descendientes directos de los actuales persas.

Se tiene constancia de que en 1620, en Italia, tuvo lugar la primera camada de gatos persas fruto del cruce de un gato de Persia con un angora turco blanco. Su aceptación fue enorme y su cría se extendió rápidamente fuera del viejo continente. Inglaterra es la segunda patria, después de Italia, en la cría del persa, seguida de EE. UU.

La TICA (The International Cat Association) la reconoció en 1994 y la WCF (World Cat Federation) en 2010. Su innegable belleza ha propiciado que sea empleada para crear otras muchas razas, y que incluso en su propio caso se haya abusado de la cría, tratando de potenciar los rasgos que más gustan de estos mininos (y poniendo en riesgo su salud).

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