Cómo educar a un gato desde cachorro
Aprende a educar a tu minino desde sus primeros días
Sabemos que tras la alegría inicial de tener a tu gato ya en casa te acechan las dudas sobre qué hacer para que se adapte lo antes posible a su nuevo hogar, se sienta a gusto y la convivencia sea armoniosa. Desde SeñorDonGato queremos ayudarte a despejar esta incertidumbre enseñándote cómo educar a un cachorro de gato de forma sencilla.
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Índice
El gato agradece ser educado
Cuando acaba de llegar al que va a ser su hogar, el minino necesita husmear, olfatear y explorar con los 5 sentidos aquello que le rodea. Por tanto, antes de iniciar su educación deberás darle un tiempo para que se familiarice y se adapte. Esta primera impresión, y el resto del primer día en casa, marcará su impronta en él y condicionará su aprendizaje.
En este sentido, merece tu atención la conveniencia de no separarlo de su madre antes de los 2 meses de vida, ya que su progenitora, además de alimentarlo y de darle calor y protección, le enseña, a través del juego y de la imitación, a asearse y a relacionarse con sus congéneres y con el medio que lo rodea.
Asumiendo que la socialización se ha llevado a cabo de forma correcta de la segunda a la séptima semana de vida del gatito, permitirle dar salida a su energía a través del ejercicio físico y de la estimulación mental le ayudará a mantenerse sano y feliz. Para ello, deberás acostumbrarlo a varias sesiones de juego al día para explorar y afianzar vuestro vínculo.
Cómo educar a un cachorro de gato paso a paso
Apoyándote en lo que ya te hemos explicado, llega el momento de abordar las líneas maestras que componen lo que debes enseñarle una vez se familiarice con el entorno. Son las áreas de estudio que conviene que encares cuanto antes para que, mediante el refuerzo positivo, las asocie con rutinas agradables y las aprenda a hacer bien:
- Utilizar el arenero o bandeja sanitaria para hacer sus necesidades
- Utilizar el rascador en lugar del sofá o del mobiliario
- Aprender a jugar con juguetes
- Interiorizar que existen zonas de la casa a las que no debe acceder
Cómo enseñar a un gato a usar el arenero
Los momentos en los que va a necesitar utilizar la bandeja sanitaria son al despertar, después de comer o de beber y después de jugar. Por ello, deberás estar atento para llevarlo al arenero si observas que podría necesitarlo y recompensarlo con caricias, palabras bonitas o con una golosina si hace sus necesidades dentro.
Si las hace fuera, pero siempre en la misma zona, deberás acercar a ese punto el arenero. Colocarlas dentro también ayuda. Nunca le grites ni le regañes. Lograrás lo contrario, se mostrará esquivo contigo y no habrá entendido qué has querido transmitirle. Si no escarba y tapa sus deposiciones, muéstraselo tú con la ayuda de una pala.
Igualmente, conviene que seas muy escrupuloso con la higiene del arenero, ya que, de no ser así, podría preferir hacer sus necesidades en otro lugar. La arena no perfumada es, por norma general, la preferida por la mayoría de gatos. Recuerda colocar la bandeja distanciada del comedero y del bebedero y en una zona tranquila de la casa.
Educar al gato para usar el rascador
Los mininos necesitan estirarse y arañar para liberar tensiones y mantener sus uñas en buen estado. Esta acción les permite retirar la capa de queratina muerta que queda en el exterior. También lo hacen para marcar. Depositan su huella, visual y olorosa, allí donde arañan y necesitan reponerla cada cierto tiempo para hacer patente su control territorial.
Para que esta rutina no acabe con tu gato arañando el sofá deberás enseñarle a utilizar el rascador. Cuando lo pilles arañando lo que no debe, llévalo allí enseguida. Una vez más, premia con buenas palabras, con caricias o con un snack de su agrado cuando así lo haga, es la mejor forma de educar a un cachorro de gato, utilizar siempre el refuerzo positivo. Situar el rascador en zonas que linden con sus límites es una buena táctica.
Enseñarle a jugar con juguetes
Por genética, los mininos llevan en su ADN el instinto de explorar mordiendo y arañando en una eterna dinámica de juego. Así, no debería extrañarte verlo entusiasmado jugando con tus dedos, mordiéndolos y haciendo el ademán de arañarlos. Tu labor como tutor es reconducir esa conducta innata hacia los juguetes. Puedes confeccionarlos tú mismo.
Los sonajeros con plumas o cintas de colores y los ratos de trapo les encantan. Los etólogos recomiendan iniciar este aprendizaje a partir de la tercera semana de vida. Abordarlo antes no servirá de mucho, ya que es su manera de ir conociendo lo que les rodea.
Por ello, detener el juego si te muerde y decir “no” de forma tajante o gritar le servirá para identificar su acción con algo que no te agrada y que no le va a permitir seguir jugando contigo. Repitiéndolo, en pocos días realizará la asociación. El refuerzo positivo favorecerá que ese aprendizaje se consolide. Apelar al instinto de caza y acecho le mantendrá activo.
Interiorizar que existen zonas restringidas
La cocina es una estancia muy atractiva para nuestros amigos peludos, y es que alberga alimentos y electrodomésticos que emiten calor y sonidos sospechosos para ellos. Les resulta inevitable acudir con la misión de supervisar qué ocurre o para husmear cerca de la basura. Es un reclamo al que no pueden resistirse.
Sin embargo, tropezar con un cuchillo o con una sartén con aceite caliente son situaciones que conviene evitar por su peligrosidad. Colocar el comedero y el bebedero lejos de la cocina es una medida acertada, al igual que cerrar su puerta y colocar catnip o hierba gatera allí donde sea más seguro que permanezca, por ejemplo, en el salón.
Como ves, no son muchas ni complicadas las cuestiones en las que debes educar a tu minino al llegar a casa. Hacerlo con sentido común y cariño, siguiendo un paso a paso que obedece a una lógica, siendo paciente y no contradiciendo lo hecho el día anterior, te será de gran ayuda.