Gato Burmilla

Los burmilla destacan por su pelo plateado y lustroso, característica que han heredado de los persas chinchilla con los que están emparentados. De hecho, también se les conoce como burmés silver, de los que toman su carácter activo y juguetón. Se trata de una raza poco conocida en España y de la que existen pocos ejemplares en el mundo. ¿Quieres saber más?

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Cómo es un auténtico gato Burmilla: Características

Llama la atención que los machos sean mucho más grandes que las hembras, llegando a alcanzar los 7 kg de peso. Las hembras suelen quedarse en los 4-5 kg. En ambos casos, portan un cuerpo de complexión robusta y formas redondeadas. El burmilla es un gato de tamaño mediano, con la cabeza ancha y redondeada y mejillas pronunciadas.

Los ojos son almendrados, verdes y con el contorno delineado en negro. Están ligeramente inclinados, al tiempo que sus orejas son triangulares, de base ancha y punta redondeada. La cola es larga, fina y con la punta también redondeada. Su atributo físico más destacado es su pelo corto, más largo que el del burmés, fino, tupido al cuerpo, brillante y muy suave.

Pese a que el patrón más repetido es el del manto plateado con el característico tiping (la punta de cada pelo más oscura) del chinchilla, también puedes encontrar ejemplares de burmilla bicolor, con la base blanca o plateada y manchas de color negro, azul, rojo, crema o lila. En cualquier caso, lucen un pelaje de brillo nacarado exclusivo de la raza.

caracteristicas del gato burmilla

¿Cómo es el carácter de un gato Burmilla?

El burmés silver hace gala de un carácter sociable, afectuoso y muy leal. Siempre está dispuesto a interactuar y agradece la compañía, tanto de los humanos como de otras mascotas. La convivencia con ellos resulta muy sencilla, así como su adiestramiento. Son menos maulladores que los burmés y más activos que los chinchilla.

No conviene dejarlos solos por muchas horas, a menos que cuenten con un compañero de juego. Son muy apegados y pueden desarrollar ansiedad por separación. Se adaptan a la perfección a la vida de interior, aunque les agrada el contacto con el exterior.

¿Sabías qué….? Son idóneos para familias con niños o para personas que viven solas, ya que son muy pacientes.

Cuidados recomendados para la raza

Por su tendencia a perder pelo, sobre todo en las épocas de muda, deberás cepillarlo con asiduidad. Cada dos días y a diario en primavera y otoño. Para ello, utiliza un cepillo de cerdas cortas y flexibles. La higiene de ojos y orejas es la acostumbrada en el resto de razas, una vez por semana empleando limpiadores específicos para gatos.

Por su carácter tranquilo tienden a ganar peso con facilidad si no se les anima a ejercitarse. Por tanto, además de la estimulación física diaria, deberás procurarle una dieta ajustada a su tamaño y edad y racionarla en dos tomas a lo largo del día para contribuir a su bienestar digestivo. El enriquecimiento ambiental con árboles o gimnasios es igualmente obligado.

¿Cómo es la salud de un gato Burmilla?

De media, los burmilla viven entre 10 y 15 años y gozan de una excelente salud. No se les conocen enfermedades hereditarias o congénitas, salvo el síndrome vestibular, que es una patología que toman del burmés, pero con una prevalencia más baja. Esta afección puede provocar sordera y cursa con descoordinación motora.

Las visitas veterinarias son clave para detectar la enfermedad y pautar el correspondiente tratamiento. Con él, se consigue contener el avance de la sintomatología y el gato goza de una buena calidad de vida. La diabetes mellitus es otra de las patologías a las que son proclives. Su diagnóstico es, en general, favorable con un oportuno seguimiento médico.

Origen e historia del gato Burmilla

El origen de la raza se remonta a hace relativamente poco, concretamente a 1981, cuando una burmés lila se apareó con un ejemplar de persa chinchilla. Sucedió en Reino Unido, y curiosamente allí aún no está reconocida como raza independencia, de pleno derecho, sino como raza experimental.

Reino Unido y Dinamarca son sus principales países de cría y la Federación Internacional Felina (Fife) la reconoció hace relativamente poco, en 1994.

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